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Wednesday, October 31, 2012

RANDALL WITTIG Escribe: LA ADORACIÓN y DIRECCIÓN DE CULTOS

LA ADORACIÓN y DIRECCIÓN DE CULTOS
Por Randall Wittig - Director de la Revista Apuntes Pastorales



ADORACIÓN Y DIRECCIÓN DE CULTOS

Por Randall Wittig

Años atrás, cuando recién había comenzado en el mundo de la aviación comercial, cometí un error gravísimo —aunque había actuado con las mejores intenciones. Quise impresionar a la mujer con quien ha­bía comenzado a noviar y la invité a dar un paseo en una avioneta. Durante el regreso decidí mostrarle la hermo­sura de la acrobacia, lo que yo más disfrutaba como piloto. Hicimos varias piruetas interesantes y volvimos al aeropuerto. ¡Cuán grande fue mi sor­presa al descubrir que ella había sufrido al extremo con lo que yo había disfrutado más del vuelo! El estar invertida en el aire, con el avión girando sobre sus alas, la había espantado y hasta enfermado. Me molestó que ella se hubiera enojado conmigo. Después me di cuenta de que había actuado de manera muy inmadura.
Lo mismo sucede a menudo en las iglesias cuando los músicos adoran a Dios de la manera en que ellos disfru­tan más, y olvidan que otras personas
pueden experimentar reacciones muy diferentes. En nuestras iglesias muchos hombres y mujeres están incómodos y hasta sufren durante el tiempo de adoración. Sin embargo, ningún músico puede llegar a creerlo si no se toma tiempo para escuchar y observar lo que está pasando más allá de su propio éxtasis.
Hice una encuesta a más de 400 creyentes que asistían a iglesias con grupos de adoración bien constituidos. Me sorprendió que más del 50% de los hombres respondió que lo que menos les gustaba de sus iglesias era el tiempo de adoración. Muchos dijeron que directamente llegaban tarde porque no soportaban lo que pasaba en sus iglesias durante ese rato. Un gran porcentaje usó palabras fuertes contra los directores de música, lo cual dejó entrever que, obviamente, no estaban siendo bendecidos por ellos.
El porcentaje de mujeres que pre­sentaron quejas fue menor. Ellas tuvieron menos críticas hacia los mú­sicos; sin embargo, muchas se sentían molestas por las numerosas repeticio­nes, por el permanecer de pie tanto tiempo, etc.
Por otro lado, lo interesante es que todos los grupos de adoración consul­tados estaban muy contentos consigo mismos. Evidentemente algo estaba fallando.
Las dos partes más importantes del culto son: primero, la respuesta del hombre hacia Dios (oración, música, adoración, ofrenda, etc.) y segundo, pero primero en importancia, Dios hablando a su pueblo (la exposi­ción de la Palabra). Ambas partes resultan de gran bendición o de gran aflicción, según la forma en que se realicen. En algunas iglesias, la adora­ción atormenta el alma justa de muchas personas. Como un amigo suele decir:
“Lo que mejor hacen algunas iglesias es desarrollar la paciencia de sus fieles”.
El Nuevo Testamento casi no indica de qué manera específica debe ser realizada la adoración en la iglesia.
Enseña algunos principios, como que todo debe ser hecho decentemente y en orden para edificación, pero vemos pocas pautas prácticas. Aun más, existen muchas razones para cuestionar que la iglesia primitiva tuviera algo pareci­do a nuestros cultos modernos típicos; lo más probable podría ser que los cultos se hubieran parecido a las reu­niones caseras de grupos chicos. Pero algo sí es seguro: no usaban micrófonos ni parlantes. Todo esto lo comento para decir que mucho de lo que hace­mos o no hacemos en un culto no es, necesariamente, por principios u orde­nanzas bíblicas sino por los gustos de “los que tienen la batuta”.
A la luz de lo dicho hasta el mo­mento y con un poco de sabiduría —derivada ésta de haber observado, participado, gozado y sufrido en muchos cultos— me gustaría sugerir algunas pautas que creo pueden ayudar a mejorar nuestros cultos.
Hay ciertos factores fundamentales para tomar en cuenta, si vamos a ser usados en la edificación del pueblo de Dios y no en su aflicción.

1.         ¿CUÁL ES EL ROLY EL PROPÓSITO DEL GRUPO DE ADORACIÓN?

A. A través de la historia y hasta los días modernos, siempre que hubo un director de música, éste preparaba y dirigía el momento de adoración para que la congregación participara plenamente y de modo significativo en la adoración a Dios.
1.         Preparación: desde tiempos del Antiguo Testamento hubo personas cuya responsabilidad era preparar la música para poder lograr excelencia y bendición en la adoración. (Observemos cuántos salmos bíblicos fueron dados al director de música para la prepara­ción.) Los directores de música sabían que la preparación era fundamental, y que no era cosa de”depender sólo del Espíritu”. Para lograr que la música y el mensaje se complementaran y fueran para edificación, era necesaria la preparación previa.
2.         Dirección: se entendía que la mente y el corazón de las personas debían ser dirigidos para que hubiera una profunda adoración a Dios. La adoración no ocurre accidentalmente; requiere de la iniciativa y el liderazgo que lleva al pueblo de Dios a responder al Señor de manera apropiada.
3.         Participación significativa: el propósito no era que el músico se” luciera”, sino que el pueblo fuera mo­tivado y llevado a una participación significativa. En otras palabras, no eran los expertos quienes llevaban a cabo la adoración, sino que ayudaban a que todos adoraran.
A su vez, se reconocía que la música era sólo una parte, que la oración, la confesión, y la lectura de la Palabra eran también esenciales en la adoración profunda. Hoy en muchas iglesias pa­rece que sólo la música importa y, lamentablemente, los demás elementos han sido descuidados.
B.                 Expresiones prácticas en la iglesia.

1.         El director de música coordinaba la música con el tema del mensaje o de las fechas especiales.
2.         Un grupo (el coro) practicaba la música para poder dirigir bien el canto, para enseñar nuevas canciones o para llevar a cabo números especiales.
3.         El programa era planificado para lograr equilibrio, orden y participación significativa. Todos los elementos vi­tales eran considerados e insertados en los lugares apropiados y, además, se tenían en cuenta las necesidades físicas (a fin de no cansar a las personas).
4.         La música era escogida y prepa­rada (impresos, pizarra, himnarios, etc.), de tal forma que las personas podían aprender los cantos y partici­par de los mismos.
5.         Los instrumentos se utilizaban para ayudar a dar cuerno y sustancia a la música, pero siempre eran vistos como elementos auxiliares, no domi­nantes. En otras palabras, debían ayudar a transmitir el mensaje y por ningún motivo impedir que meran escuchadas la letra de las canciones o las voces de la congregación. Ruido y desorden eran mal vistos.

C.                Problemas comunes modernos.

1.         Se considera que el grupo de adoración es quien la realiza, y la con­gregación solamente los acompaña. Ellos son los expertos, los músicos, los que adoran, mientras las personas restantes participan nominalmente. El énfasis ha ido de la congregación al músico.
2.         Los grupos llevan a cabo su par­ticipación como si fueran lo más importante, con poca relación y coor­dinación con el resto del programa (hasta he visto grupos que al concluir su participación salen de la reunión). Debido a que los músicos consideran su parte como la principal, ellos con­trolan el programa hasta que la gente está cansada.
3.         Por su falta de orientación hacia la congregación, no existe una búsque­da sincera de llevar a las personas a
una participación activa. Todo se tapa con más amperios de los amplificado­res. Por esta razón, en muchas iglesias canta menos de la mitad de las perso­nas.

II. CONCEPTOS QUE NINGÚN MÚSICO DEBE OLVIDAR


A.         Trabajamos con humanos, no con ángeles.
Los humanos necesitan dirección y enseñanza. Muchos músicos sólo están actuando, en lugar de dirigir la música de la congregación. Tratan a ésta como los jugadores de fútbol tratan a la platea. Se espera de la platea que grite, salte y alabe animando al equi­po, pero jamás que juegue mientras éste lo hace. Es necesario que el direc­tor de música dirija a la congregación, no sólo a sus músicos. Los músicos están allí para ayudar a que la congre­gación cante bien, no viceversa.
Los humanos son un conjunto de carne, alma y espíritu. No debemos pretender que alguien que permanece de pie durante una hora no se canse ni le resulte difícil concentrarse. ¿De dónde provendrá la tradición moderna de que toda la alabanza y la adoración sólo debe hacerse de pie? Hace poco estuve en una reunión donde hubo una interrupción en el suministro de energía eléctrica. En medio de la os­curidad, el director de canto dirigió a los presentes en diferentes canciones, sin instrumentos, y todos estábamos sentados. Fue uno de los momentos más lindos de adoración de los que he participado. No existió la distracción a causa de los instrumentos o del cansancio físico.

B.                 Diversidad de gustos legítimos.
No hay una clase de comida que todo cristiano deba comer, como tam­poco hay una clase de música que todo cristiano tenga que cantar. Hay dife­rentes gustos, todos legítimos, que expresan mejor el corazón, la perso­nalidad y el momento histórico de diferentes personas. Es abusivo, egoísta y una señal de inmadurez de parte del líder musical imponer exclusivamente sus preferencias a la congregación. Su papel es ayudar a toda la iglesia a expresar su adoración a Dios. Hay que tener en cuenta los diferentes gustos para que todos puedan disfrutar.

C.        Diversidad de edades.

En una congregación hay diversidad de edades. La música debe expresar los gustos y la madurez de los dife­rentes grupos. Cuando hay muchos niños, debe haber una o dos canciones especialmente del gusto de ellos. Si
hay jóvenes, también para ellos (siendo que la mayoría de los integrantes de grupos de alabanza son jóvenes, suele ocurrir que son todas de su preferencia). Y lógicamente, cuando hay mayores, debe haber música para su gusto y propia de su época. Cuando no sucede es porque hay falta de consideración hacia los demás, egoísmo, y no se entiende el cuerpo de Cristo.

D.        Diversidad de necesidades y si­tuaciones en la vida de los participantes.
Diferentes personas llegan a la iglesia con necesidades distintas. Al­gunas llegan con derrotas y otras con victorias. El libro de los Salmos es un reflejo de la diversidad de momentos en la vida de las personas, y de la ne­cesidad de tener música y palabras apropiadas. Hay salmos para cada ocasión de la vida. Necesitamos tener
en cuenta las necesidades de todos. Esto no es fácil, requiere oración, re­flexión y planificación.

III.        MALES FRECUENTES EN NUESTRO MEDIO (no por ser comunes y populares son menos malos).

A.         El cansar y aburrir al pueblo de Dios. Alguien ha. comentado que el diablo está logrando que el pueblo se canse de la adoración, a causa de los músicos que ignoran que más no siempre equivale a mejor. Es impor­tante dar por finalizado el tiempo de adoración en el momento apropiado, antes de que las personas se cansen. El cansancio es resultado de los si­guientes factores:
-Repetición (más de tres veces la misma canción). Un grupo musical muestra su inmadurez y falta de reper­torio cuando repite la misma canción vez tras vez. Dios nos ha dado innume­rables canciones e himnos, y debemos usar esta gran diversidad de música.
-Un período de canto muy largo.
-Todo el tiempo se permanece en la misma posición física.
-Hay mucho ruido en el ambiente.
-Se cantan canciones que la mayo­ría no conoce.

B. El exhibicionismo y la ostenta­ción por parte de los músicos.
-Estos parecen estar centrados en sus habilidades.
-Existe falta de liderazgo, de tal forma que ellos son los únicos acto­res.

C. La distorsión espiritual de los músicos.
-Están fascinados, satisfaciendo sus propios gustos o necesidades espirituales, sin pensar realmente en el efecto que eso tiene en otros.
-Tienen como preocupación pri­maria la libertad de expresar sus propias emociones y el satisfacerse a sí mismos, en vez de la edificación y el bien del hermano.

D. El abuso de lo sagrado. Algunas veces, expresiones legíti­mas son usadas artificialmente para llenar el vacío y para dar apariencia de espiritualidad. El uso y abuso de las expresiones de moda desgasta lo sagra­do. Algunas expresiones trilladas son:
-“Demos un aplauso más fuerte a Dios” (como si Dios fuera sordo).
- “Todos levantando sus manos” (o brincando, o danzando).
-“¿Quién da gloria a Dios?”

E. La falta de canciones e himnos con profundo contenido teológico.
-Mucha de la música es emo­cional, agradable o con ritmo, pero carece de contenido significativo.
F. La falta de cánticos nuevos o de variación.
-En cada culto, casi siempre se cantan las mismas canciones.

G.        La imitación sin la experiencia. Años atrás los jóvenes imitaban a Billy Graham, a Luis Palau o a algún otro predicador favorito. Copiaban la forma como sostenían la Biblia en sus manos, como hablaban, y sus gestos. El problema es que no tenían las vivencias de Billy Graham ni de Luis Palau, entonces resultaban actores dotados con la apariencia pero sin la sustancia.
Hoy lo mismo está ocurriendo entre los músicos. El domingo pasado, en la iglesia a la que asistí, el joven líder del grupo de adoración trató de imitar a Marcos Witt. Era la aparien­cia, pero sin la sustancia. No sólo no tenía la voz de aquel, pero las palabras sonaban artificiales, prefabricadas, huecas, no las de alguien que real­mente camina con el Señor y de cuyo corazón brotan las alabanzas.
No hay un substituto para el cami­nar diario y profundo con el Señor. Hace poco, un director de alabanza expresó que los domingos se sentía cerca del Señor cuando “ministraba”,
pero que el resto de la semana casi no oraba ni lo buscaba. Dios le mostró que eso era incorrecto. De la abun­dancia del corazón habla la boca. Necesitaba estar toda la semana medi­tando en la Palabra y caminando con Dios si realmente deseaba expresar vida.
La alabanza no es la imitación de una forma, sino la expresión de una vida espiritual que no puede ser con ­[ tenida y que brota en celebración y 1
gratitud al Señor.        J

IV.        ALGUNAS SUGERENCIAS.

A.         Lidere. El director de adoración debe recordar que su trabajo es lider­ar, dirigir al pueblo de Dios en ala­banza. Es un líder, no un actor.

B.        Observe a su audiencia. ¿Qué están haciendo y pensando? Cuando uno ve que la mayoría no está cantando sino sólo esperando que ese momento termine, debe tomar conciencia y cambiar lo que está sucediendo.
C.        Dé importancia a los otros mi­nisterios de la iglesia, especialmente al ministerio de la Palabra. La música y la adoración aumentan la receptivi­dad de la gente y la preparan para recibir el mensaje de Dios.

D.        Más no es mejor. Ejercite el dominio propio. Es mejor que las personas se queden con el deseo de más y no que resulten cansadas de demasiado.

E.        Evite que los sistemas moder­nos de sonido tapen la respuesta de la congregación. Recuerde que la música de ellos es tan importante como la suya. Cuando uno no logra escucharse, generalmente se calla.

F.         Sea espiritual, no aparente espi­ritualidad. A la vez, recuerde que hay cosas que deben suceder a solas entre usted y Dios.

G.        La adoración no es simplemente una función de habilidad musical. Los
músicos necesitan dar un testimonio excelente y poseer madurez.

H.                Expresiones prácticas.


1.         El director de adoración debe coordinar la música con el tema del mensaje o de las fechas especiales. Lamentablemente en muchas iglesias no existe tal coordinación, sino que los músicos hacen su programa y, cuando han terminado, simplemente ceden el culto al pastor. Aun más, la actitud de muchos músicos es entregar la dirección del culto cuando todos están cansados y”gastados”.
2.         El grupo musical debe practicar previamente la música para poder dirigirla bien, enseñar nuevos cantos o realizar números especiales.
3.         El programa debe ser planificado para ofrecer equilibrio, orden y parti­cipación significativa . Todos los ele­mentos vitales deben ser considerados e insertados en los lugares apropiados. También hay que tener en cuenta las necesidades físicas, a fin de que las personas no se cansen. Es imprescin­dible que haya equilibrio.
4.         La música debe ser escogida o preparada (impresos, pizarra, himnarios, etc.), de tal forma que las personas puedan aprender los cantos y participar.
5.         Los instrumentos deben ser utilizados para ayudar a dar cuerpo y sustancia a la música, pero siempre vistos como elementos auxiliares, no dominantes. En otras palabras, deben ayudar a llevar el mensaje y tienen
que permitir que se escuchen tanto la letra de las canciones como las voces de la congregación.
6. Es importante distinguir entre la música que es para toda la congre­gación y la música que es especial. En la música especial es mejor invitar a la congregación a estar sentada escu­chando y adorando. La música para la congregación debe ser conocida o deben proveerse los medios necesarios (retro proyector, cancionero) para que la congregación pueda participar plenamente.
7. Si la iglesia está creciendo nu­méricamente, se necesita pensar en la manera en que los nuevos miembros puedan aprender la letra y cantar desde el primer momento. Recuerdo que cuando llegué a cierto país, el primer domingo que fui a la iglesia no conocía ninguna de las canciones. Estuve parado más que una hora sin poder participar, excepto en el escuchar cantar a los demás. Pensé en las personas nuevas... ¡Qué difícil hacemos para ellas el poder disfrutar de nuestros cultos!
No hay duda de que la adoración en el cielo será gloriosa. Tratemos de que lo sea también en la tierra. Creo que mucha oración y sabiduría pueden establecer una gran diferencia. La adoración es herencia y responsabili­dad de todo el pueblo de Dios. Hagamos bien nuestra tarea. ¡Adore­mos juntos! •

Apuntes Pastorales ©

CREYENTES o DISCIPULOS

La gran mayoria de las iglesias bautistas hispanas del día de hoy NO viven una vida discipular real, como un verdadero proceso dentro de la iglesia, donde los creyentes se multiplican en Discipulos que hacen Discipulos. Qué se puede esperar cuando sus mismos pastores no entienden lo que es ser Un Discipulo, eso hace que entonces las iglesias vivan un discipulado de "papel" y no de VIDA. Solo un Discipulo hace Discipulo - los Materiales NO hacen Discipulos. 
Para Reflexionar:
¿Creyentes o Discípulos?

Todo Discípulo es un creyente, pero no todo creyente es un Discípulo.

El creyente suele esperar panes y peces, el Discípulo es un pescador.

El creyente lucha por crecer, el Discípulo por reproducirse.

El creyente se gana, el Discípulo se hace.

El creyente depende en gran parte de los pechos de la madre, el pastor; el Discípulo está destetado para servir.

El creyente gusta del halago, el Discípulo del sacrificio vivo.

El Creyente entrega parte de sus ganancias, el Discípulo entrega parte de su vida.

El Creyente puede caer en la rutina, el Discípulo es revolucionario.

El Creyente busca que le animen, el Discípulo procura animar.

El Creyente espera que le asignen tarea, el Discípulo es solicito en asumir responsabilidades.

El Creyente murmura y reclama, el Discípulo obedece y se niega a sí mismo.

El Creyente suele ser condicionado por las circunstancias, el Discípulo aprovecha de las circunstancias para ejercer su Fe.

El Creyente reclama que le visiten, el Discípulo visita.

El Creyente busca en la Palabra promesas para su vida, el Discípulo busca vida para cumplir las promesas de la Palabra.

El Creyente es “Yo”, el Discípulo es “Ellos”.

El Creyente se sienta para adorar, el Discípulo anda adorando.

El Creyente pertenece a una institución, el Discípulo es una institución él mismo.

En el Creyente la unción del Espíritu Santo es confirmación y meta, en el Discípulo es medio para lograr la meta de ser testigo eficaz a toda criatura.

El Creyente vale para sumar, el Discípulo para multiplicar.

Los Creyentes aumentan la comunidad, los Discípulos  aumentan las comunidades.

Los Discípulos de la iglesia primitiva trastornaron al mundo, los Creyentes del siglo XXI están siendo trastornados por el mundo.

Los Creyentes esperan milagros, los discípulos obran milagros.

El Creyente es un ahorro, el Discípulo una inversión.

Los creyentes destacan llenando el templo, los Discípulos se hacen para conquistar al mundo.

Los creyentes suelen ser fuertes como soldados acuartelados, los discípulos son soldados invasores.

El Creyente cuida de las estacas de su tienda, el Discípulo ensancha el sitio de su cabaña.

El Creyente hace hábito, el Discípulo rompe los moldes.

El Creyente sueña con la iglesia ideal, el Discípulo  se entrega para lograr la iglesia real.

La meta del Creyente es ganar el cielo, la meta del Discípulo es ganar almas para el cielo.

El Creyente maduro se hace Discípulo, el Discípulo asume los ministerios del Cuerpo.

El Creyente necesita campañas para animarse, el Discípulo vive en campaña porque está animado.

El Creyente espera un avivamiento, el Discípulo es parte de él.

El creyente agoniza sin morir, el Discípulo muere y resucita para dar vida.

El Creyente aislado de su congregación se lamenta de no tener ambiente, el Discípulo  crea ambiente para formar una congregación.

Al Creyente se le promete una almohada, al Discípulo una Cruz.

El Creyente es socio, el Discípulo es siervo.

El Creyente se enreda con la cizaña, el Discípulo supera las escaramuzas del diablo y no se deja confundir.

El Creyente es espiga, el Discípulo es grano lleno en la espiga.

El Creyente es “Ojalá”, el Discípulo es “Heme aquí”

El Creyente es valioso, el Discípulo es indispensable.

El Creyente, quizá predica el evangelio, el Discípulo hace Discípulos.

CUAL es EL MODELO DEL CULTO - Autor: Mario Fumero


CUAL ES EL MODELO DE CULTO
La Biblia tan solo nos da algunos elementos para realizar un culto. Nos dice que puede haber: alabanza, cán­ticos, oraciones, dones, expre­siones, Cena del Señor, compar­tir, exhortar, predicar, enseñar, etcétera, pero no establece or­den, tiempo, ni forma en que es­tos elementos pueden combinar. No existe una fórmula bíblica que determine el orden a seguir en un culto. Por lo tanto, la litur­gia rígida y dogmática no tiene cabida según las escrituras. En la actualidad hemos caído en una liturgia deshumanizante, donde se ha perdido la acción de participación congregacional, haciendo del culto un espectácu­lo en donde unos cuantos se exhiben con dones artísticos, mientras la mayoría sigue los esquemas de los denominados “ministerios de alabanza”.

La parte musical se ha subli­mizado a una dimensión que opaca no sólo la Palabra predi­cada, sino a los demás ministe­rios bíblicos de la iglesia. Se toman algunos conceptos del principio del Tabernáculo de Da­vid para introducir esta enseñan­za, pero no debemos ni esque­matizar a un grupo con ciertos derechos exclusivos, ni catalo­gar como ‘ministerio” lo que es el deber de todos los creyentes, pues ahora el sacerdocio y la adoración son ejercidas por todos los discípulos que forman la congregación, y no una élite privilegiada, como en el Antiguo Testamento.

En el Nuevo Testamento sólo se mencionan cinco ministerios y ninguno de ellos era cantante. Además, si para Jesús la música hubiera sido una prioridad tan sublime, de seguro que hubiese llamado a algún músico entre los doce, pero no fue así.

Respecto de la crisis creada por la esquematización del estilo moderno de adoración, afirma Randall Wittig: “Hice una encuesta en más de 400 creyentes que asistían a iglesias con gru­pos de adoración bien constitui­dos. Me sorprendió que más del 50% de los hombres respondió que lo que menos les gustaba de sus iglesias era el tiempo de adoración. El porcentaje de mu­jeres que presentaron quejas fue menor. Ellas tuvieron menos crí­ticas hacia los músicos; sin em­bargo, muchas se sentían mo­lestas por las numerosas repeti­ciones y por permanecer de pie tanto tiempo”.
Quiere decir que el “nuevo esquema" , que en principio era revolucionario, ahora se ha con­vertido para muchos en otra aburrida liturgia.

Peligros de los esquemas actuales de adoración.

Los esquemas actuales de “adoración” adolecen de algunos fundamentos bíblicos, y para dejar en claro estas desvirtua­ciones, analizaremos estos ele­mentos:
1.- ¿Cuál es el objetivo del culto? Tener una íntima comu­nión con Dios y entre los her­manos, para edificarnos en la Palabra los unos con los otros. Es por ello que se afirma: “Las reuniones de las clases y los grupos proporcionan un medio de comunión íntima y ayuda mutua, y un ministerio sencillo de confesión y reconciliación. El centro del culto cristiano es la exaltación del Señorío de Jesús, la proclamación de su Palabra y el arrepentimiento y perfeccio­namiento de los discípulos. Sin embargo en el esquema actual todo esto se ha perdido”.
2.- Son necesarios los cánti­cos, y una participación musical acorde con el momento bien definida y ordenada, en donde el talento sea tomado en cuenta. Pero este esquema jamás debe anular la participación de la con­gregación en el culto mediante una manipulación artística. Para que los cánticos puedan llegar al espíritu se debe:
A.- No ser muy repetitivo en los mismos, a menos que haya un mover del espíritu.
B.- Deben ser coherentes con el tema, ambiente, necesidad, situación y grupo.
C.- Deben de abstenerse de ejercer mucha manipulación.
D.- No ser muy largos. El cánti­co no debe cansar, sino preparar el ambiente para la ministración de la Palabra
3.-  No debemos permitir que los instrumentos y los equipos de sonido ahoguen la voz del pueblo y la letra que se canta. La bendición del culto no está en los decibeles de potencia de los par­lantes, ni en los muchos acordes de los instrumentos, batería o bajo, sino en la integración de todo el pueblo a la acción de cantar.
4.- No hagamos del devocional un espectáculo. No debe­mos distraer a la asamblea, sino llevarla a entrar, de forma pro­funda, a lo que canta, para ado­rar.
Una verdadera expresión de adoración o alabanza tiene que brotar de las experiencias que mueven sus sentimientos y no de las emociones que abusan de los sentimientos. Lo importante del culto no es ser profesionales, sino sinceros. La espiritualidad no está en las repeticiones mecánicas, sino en la expresión llena de una carga de amor y arrepentimiento genuino, envuel­to en santidad.
Que el Señor nos ayude a mantener un equilibrio, para poder guiar al pueblo de Dios a una verdadera adoración de acuerdo a nuestra cultura, nece­sidad y experiencia, sabiendo que el Espíritu opera en “parti­cular como El quiere”.
 l Corintios 12:11


Tomado del libro:
LA IGLESIA ENFRENTANDO EL NUEVO MILENIO
Autor:   Mario E. Fumero
Editorial UNILIT


TALLER de ADORACIÓN

Recopilación elaborada por el Rev. Sándor Berta - 2005

TALLER DE ADORACIÓN

 

I. PRIVILEGIO DE LA ADORACIÓN

¿Qué significa esto, hermanos? Que cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene un salmo o una enseñanza o una revelación o una lengua o una interpretación…hágase todo para edificación. (1 Corintios 14:26)
No hay duda que nuestro Dios es Dios de orden. Desde el principio vemos que Dios creó al mundo ordenadamente en seis días. Observe en Génesis 1 que Dios hizo las cosas en orden cada día. Notamos que un día trabajó con los elementos de la tierra, otro día con los del mar y otro día con los del cielo. Dios nos dio el séptimo día para el descanso y la  Adoración:
Por eso Dios bendijo y santificó el séptimo día, porque en él reposó de toda su obra de creación que Dios había hecho. (Génesis 2:3)
Por eso no nos debe sorprender que Dios prefiere que realicemos los cultos ordenadamente. Pablo dice en 1 Corintios14: 40 “Pero hágase todo decentemente y con orden.” En este pasaje Pablo está hablando a la iglesia en Corinto sobre la importancia de tener orden en el culto. Existían muchos problemas en la iglesia, y por varios capítulos Pablo les había escrito con franqueza aconsejándoles cómo resolverlos.
Adorar al Señor es un gran privilegio que Dios nos da. Dirigir el culto de adoración
es otro gran privilegio que viene del Señor.

 

II. PROPÓSITO DE LA ADORACIÓN

¿Qué significa esto, hermanos? Que cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene un salmo o una enseñanza o una revelación o una lengua o una interpretación. Todo se haga para la edificación.1 Corintios 14:26
Porque todos podéis profetizar uno por uno, para que todos aprendan y
todos sean exhortados.1 Corintios 14:31

En estos versículos tenemos tres propósitos en el culto: (1) la edificación de la
Iglesia, (2) el aprendizaje de los miembros y (3) la exhortación de los miembros.
.La edificación de la iglesia comunica que por medio del culto estamos construyendo
el pueblo de Dios. Estamos extendiendo el reino de Dios en la tierra. Estamos
Celebrando, alabando y adorando el gran Yo Soy en nuestras vidas.
Aquí Pablo expresa la idea del don espiritual de enseñanza, pero también va más
profundo. No solamente hay enseñanza, sino que hay aprendizaje de parte de los
miembros para que puedan servir más eficazmente en el mundo durante la semana.
Además, en los cultos habrá exhortación que alienta, anima y apoya a los miembros
y los demás asistentes. Estarán alentados, animados y apoyados durante los tiempos
difíciles. Sabrán que Dios es la respuesta de sus preguntas, sus necesidades y que él
los ama.

III. PREPARACIÓN Y CONDUCCIÓN DE LA ADORACIÓN

Pudiera existir la idea, entre varios grupos de cristianos, de que los cultos resultan mejor si no se planifican de manera de dejarlo todo a la obra y gracia del Espíritu Santo. Otros van al extremo de hacer el programa en todo detalle y ser inflexibles ante un cambio necesario, para no salirse de lo planificado. Lo primero puede dar lugar a la mediocridad y a la flojera restando importancia al culto como la mejor ofrenda que podemos dar a Dios. Lo segundo puede hacernos caer en confiar en lo humano y perder de vista la insustituible dirección del Espíritu Santo. Es un asunto de madurez y equilibrio.

El centro al cual debemos apuntar, y una verdad que debemos tener muy en claro es ésta: el director es una persona que dirige la adoración y el programa escrito es una ayuda para ello. El propósito del conductor de la adoración es el tomar la mano de la congregación y unirla a la mano de Dios.

1.  PREPARACIÓN DEL DIRECTOR

Hay algo que es importante reconocer; Dios, por medio del Espíritu ha querido poner dones en la iglesia, capacidades espirituales que al ser usadas dan gloria a Dios y edifican su reino en la tierra. Todo cristiano posee por lo menos un don. Uno de ellos es el de presidir o liderizar y consiste en la capacidad de llevar a un grupo, de una manera legítima y segura, al logro de metas y objetivos previamente trazados.

Ha llegado a reconocer que el director o conductor de la adoración, debe poseer el don de presidir; de tal manera que pueda llevar a la congregación a alcanzar las metas de la adora­ción, utilizando los recursos necesarios en espíritu y verdad. Conviene a cada congregación descubrir entre sus miembros quiénes son verdaderos directores, y luego capacitarles y enseñarles lo que es conducir la adoración.

a. El Aspecto Físico:  La adoración debe brotar, debe ser espontánea, y reflejar un corazón que está de acuerdo con Dios, su voluntad. El cuerpo, y lo que proyecta, debe estar de acuerdo con el espíritu de consagración a Dios. No se puede menospreciar el aspecto físico de nuestra personalidad por darle importancia solo a la parte espiritual; pudiera ser que lo que estamos pro­yectando es un desequilibrio de la integridad, y el no poder controlar este aspecto. El conductor de la adoración está en la presencia de Dios y frente al público, y estos se fijan primeramente en su aspecto físico. Esto es ineludible.

El conductor de la adoración debe estar en buenas condicio­nes físicas y debe procurar el no dirigir en enfermedad, sobre todo si es contagioso, ni descuidarse en sus hábitos de salud diarios. Conducir la adoración requiere inversión físicas para mantener diversos aspectos en forma dinámica como cantar, animar,  mantenerse en pie. Un cuerpo saludable irradia seguridad en la congregación.

El conductor de la adoración debe, por respeto a sí mismo y a los demás, dignificar el santuario de la adoración con un vestido decoroso. Esto habla mucho de la personalidad del que dirige y puede ser, por el lado negativo, un obstáculo en la adoración. No quiero decir que debe ser un traje elegante y costoso, pero tampoco uno inmoral, sucio o roto. El púlpito no debe ser una pasarela para desfiles de modas, pero tampoco un lugar informal y casual. El equilibrio tiene que ver con la condición social de la congregación, el clima de la región y usar lo que honre a Dios y armonice con los presentes dignificando la adoración. El conductor es imagen de una correcta adoración.
b. El Aspecto del Alma: Esta área es muy importante porque tiene que ver con la relación con nosotros mismos. Jesucristo, después de declarar que lo más importante era amar a Dios, ex­presó que debíamos amar al prójimo como a nosotros mismos. El director no es un mero actor que puede esconder lo que es y siente delante de muchas personas; en la conducción del culto corre el riesgo de proyectar lo que está en su corazón reflejando su estado de ánimo. Por eso debe prepararse.

Debe prepararse intelectualmente; procurar aprender cómo dirigir mejor los himnos, como mejorar su lectura, enriquecer su vocabulario. Debe tomar en cuenta el asistir a talleres o seminarios para directores de cultos y absorber todo aquello que va a desarrollar la capacidad que Dios le ha dado. Esto da confianza en sí mismo.

El conductor de la adoración debe manifestar un equilibrio de sus emociones, y no ser un esclavo de ellas. Una de las gran­des afecciones de muchos cristianos pertenece al orden emocional, y se manifiesta en inseguridad personal y baja estima. Si el conductor de la adoración se presenta con este aspecto sin resolver, sin haber claridad para él mismo de su problema, afec­tará negativamente la adoración porque contagiará a la congregación. Si se muestra seguro de si mismo será usado por Dios.

El conductor de la adoración debe ser decidido, sin ser inoportuno ni manipulador. Es un asunto de ejercer control sobre la voluntad dirigiéndola siempre a cumplir la voluntad de Dios, alcanzar los propósitos del culto y el bienestar y satisfacción de la congregación. Esto debe provenir’ del ejercicio diario de andar de acuerdo a la Palabra de Dios.

c.   El Aspecto del Espíritu: Esta área tiene que ver con una intensa y correcta relación con Dios. Aquel que está constantemente en la presencia de Dios tendrá la autoridad y el poder para enfrentarse con la gente. Esto no quiere decir que el director debe preparase espiritualmente solo cuando va a dirigir, aunque sí debe alistarse reforzando ese momento, sino que siempre debe estar en orden delante de Dios.

Debe mantener una satisfactoria vida devocional diaria; debe mantener viva la llama del llamamiento que Dios le ha hecho y para el cual le ha capacitado. Debe dedica su vida al servicio de Dios y la adoración siendo un fiel cristiano primeramente.

2.  PREPARACIÓN DEL PROGRAMA

Recuerde que todo momento en el cual se reúne la iglesia es un servicio de adoración. Al hablar de la necesidad de programar el culto debo mencionar que esto es solo una referencia o guía que marcará el sentido de la mejor ofrenda para adorar a Dios. Nunca debe ser una formalidad inflexible.

a. Planifique tomando en cuenta el conocimiento de la Pala­bra de Dios, el convencimiento de lo necesario de la adoración, y que debemos siempre ofrecer lo mejor a Dios, es necesario prepa­rar cuidadosamente el programa del culto. a partir de esa plani­ficación se garantiza el éxito en la adoración. para que el programa esté bajo la unción del espíritu debe planificarse en sometimiento a Dios, su palabra, de manera que sea una ofrenda preparada y de olor grato al Señor.

La iglesia debe tener una persona, comisión o ministerio, que vigilan el aspecto de los programas, en especial cuando se confecciona o elaboran con anticipación. Recomiendo que si la práctica es que cada director hace su propio programa, éste sea revisarlo y mejorado. Si no es así, entonces la planificación debe venir de una misma fuente de personas que decidan sobre lo ade­cuado y mejor. Luego deben darlo al director para su estudio.

Tome en cuenta el propósito específico del culto; el general es el de adorar a Dios pero esto no quita lo anterior. En la adoración hay objetivos que definen temas en el servicio y tienen que ver con el mensaje. Un culto puede tener como tema la santi­dad; el predicador hablará sobre la santidad ~ el director tendrá preparado el programa con lecturas, cantos, etc., que hablen de santidad.

Tome en cuenta el carácter particular resaltante. Todo servicio debe tener una dosis de solemnidad, seriedad, flexibilidad, expresiones de gozo, espontaneidad, respeto, formalidad, etc., pero, de acuerdo al tema, tipo de servicio, hora de reunión, habrá un carácter que resalte más que el otro. Esto debe ser tomado en cuenta al planificar.

El tiempo es de Dios él requiere que seamos buenos administradores del tiempo, aún el de los cultos. Planificamos para el tiempo convenido; esto es responsabilidad y seriedad. Que solo sea el Espíritu el que cambie y no el deseo de exhibir nuestra lógica o nuestras emociones.

b. Elabore un Bosquejo: Debe ser para la adoración lo que el CRISTIANO  de construcción es para el arquitecto. Debe indicar a dónde vamos y cómo hacer las cosas lo mejor posible en un movimiento ascendente y progresivo; debe mantener al director en su propósi­to. Proceda a anotar todo lo que puede hacerse en el culto sin un orden lógico: cánticos, lecturas, intervenciones, ideas, etc. Tal vez así sé de cuenta que tiene mucho de donde escoger y cosas que desechar. Luego, comience a poner todo en orden lógico de acuerdo al propósito general y especifico del culto: cómo comen­zar, cómo desarrollarlo creativamente, qué y porqué de cada punto, cómo concluir. Luego disponga de los nombres de cada participante. No deje nada al azar.

c. Estudie. Familiarícese con el programa como el mapa que nos indica cómo encontrar el tesoro de la voluntad de Dios. El programa  es un medio y no un fin. Así no dará la impresión de leer un bosquejo sino de espontaneidad y libertad. Cuide la introducción, el captar la atención, domine los cantos, la lectu­ra. Prepárese como un predicador o como un maestro­

3.  LA CONDUCCIÓN DE LA ADORACIÓN

Una persona no cristiana puede animar un acto público porque pertenece al campo de la escena y del dominio de masas. Pero la adoración necesita de un adorador que conduzca a la congregación a transitar el camino de un encuentro con Dios. En muchas ocasio­nes el éxito o fracaso de los servicios puede depender de la dirección. Estudiemos cuatro principios:
a. Dirección: Estar plenamente convencido de que adorar es encontrarse con Dios; debe irradiar esta convicción. No convierta el programa en un fin en sí mismo sino en un medio de adoración. Conduzca a la congregación á adorar a Dios como si usted estu­viera alrededor del trono de Dios y quisiera que todos estuvie­ran allí.

Evite el detallar todo, exhortaciones, explicaciones, miniprédicas; algunas cosas merecen un comentario pero no ahuse. Si no hace falta no lo diga. Esto irrumpe el sentido de la direc­ción, desvían la atención y muchas veces molesta. No debe haber cambios bruscos y molestos presente todo en una línea progresiva, ascendente, y no mecánica ni superficial.

b. Pertinencia: Debe conocer y comprender el tema del servi­cio para que todo llegue a un feliz cumplimiento del objetivo. Escriba éste en su bosquejo y no lo pierda de vista; no lo digas pero demuéstrelo. Atraiga la atención sobre el mensaje.

No caiga en los extremos de la rigidez ni de la inflexibili­dad. Lo segundo nos hace caer en lo superficial y ritual; lo primero nos puede hacer caer en la irreverencia sin apuntar a un blanco. Se puede ser espontáneo y sincero sin salirse de lo propuesto. Esto es balance.

c. Dominio: Es el control, la seguridad, la confianza y la firmeza en la conducción, dejando  ver claramente las profundas convicciones de nuestra fe. Esto nada tiene que ver con manipula­ción o imposición. Es controlar los diversos aspectos de la adoración. Debe hacerse en amor para impedir cualquier exceso o frialdad.

Domínese a usted mismo. Dios le ha capacitado para el domi­nio propio; si no es así algo anda mal. Debe parecer espontáneo, seguro de sí mismo y de lo que está haciendo.
Domine el programa. Sea experto en el bosquejo de manera de no leerlo. Es usted quien debe dominar a los músicos, partici­pantes, congregación, en armonía. Domine los diversos aspectos del programa.
Domine la congregación. No es mandarles u obligarles; demuéstreles por dónde deben ir bajo una contagiosa inspiración.
Anuncie cada paso en forma clara y entendible. De tiempo a que cada persona. Encuentre, se disponga, comprenda y participe.
d. Claridad: Usted mismo debe ser ejemplo de adoración para toda la congregación. Debe demostrar, didácticamente, cómo hacer las cosas. Evite la actuación mecánica y superficial, y prefiera lo genuino y sincero; aclare el panorama a la congregación.

Desarrolle simpatía, no de la impresión de estar lejos de la congregación, sino de estar al lado de cada uno. Mantenga buenas relaciones interpersonales; si debe hacerlo, reconcíliese con el que deba hacerlo.

Peligros de los esquemas actuales de adoración.
Los esquemas actuales de “adoración” adolecen de algunos fundamentos bíblicos, y para dejar en claro estas desvirtua­ciones, analizaremos estos ele­mentos:
¿Cuál es el objetivo del culto? Tener una íntima comu­nión con Dios y entre los her­manos, para edificarnos en la Palabra los unos con los otros. Es por ello que se afirma:  
“Las reuniones de las clases y los grupos proporcionan un medio de comunión íntima y ayuda mutua, y un ministerio sencillo de confesión y reconciliación. El centro del culto cristiano es la exaltación del Señorío de Jesús, la proclamación de su Palabra y el arrepentimiento y perfeccio­namiento de los discípulos. Sin embargo en el esquema actual todo esto se ha perdido”
 Son necesarios los cánti­cos, y una participación musical acorde con el momento bien definida y ordenada, en donde el talento sea tomado en cuenta. Pero este esquema jamás debe anular la participación de la con­gregación en el culto mediante una manipulación artística. Para que los cánticos puedan llegar al espíritu se debe:
A.- No ser muy repetitivo en los mismos, a menos que haya un mover del Espíritu.
B.- Deben ser coherentes con el tema, ambiente, necesidad, situación y grupo.
C.- Deben de abstenerse de ejercer mucha manipulación.
D.- No ser muy largos. El cánti­co no debe cansar, sino preparar el ambiente para la ministración de la Palabra
No debemos permitir que los instrumentos y los equipos de sonido ahoguen la voz del pueblo y la letra que se canta. La bendición del culto no está en los decibeles de potencia de los par­lantes, ni en los muchos acordes de los instrumentos, batería o bajo, sino en la integración de todo el pueblo a la acción de cantar.
No hagamos del devocional un espectáculo. No debe­mos distraer a la asamblea, sino llevarla a entrar, de forma pro­funda, a lo que canta, para ado­rar. Una verdadera expresión de adoración o alabanza tiene que brotar de las experiencias que mueven sus sentimientos y no de las emociones que abusan de los sentimientos. Lo importante del culto no es ser profesionales, sino sinceros. La espiritualidad no está en las repeticiones mecánicas, sino en la expresión llena de una carga de amor y arrepentimiento genuino, envuel­to en santidad.
Que el Señor nos ayude a mantener un equilibrio, para poder guiar al pueblo de Dios a una verdadera adoración de acuerdo a nuestra cultura, nece­sidad y experiencia, sabiendo que el Espíritu opera en “parti­cular como Él quiere” 1 Corintios 12:11

IV. PAPEL DE LAS DISTINTAS PARTES DEL CULTO DE ADORACIÓN
Elementos musicales del culto
La música en todo momento atrae. Atrae porque no solamente mueve y conmueve,
sino también conmociona e inspira.
Preludio. Es el preludio lo que nos ayuda a experimentar el poder de Dios. En cada
nota de música sacra usada como preludio se está expresando en lo íntimo el sentir
de la letra de aquel himno:
Del culto el tiempo llega,
Comienza la oración.
El alma a Dios se entrega:
¡Silencio y atención!
Si al santo Dios la mente
Queremos elevar,
Silencio reverente
Habremos de guardar.
Llamado a la adoración. El llamado a la adoración reconoce que Cristo está aquí y
ahora. Cuando un grupo musical, un coro o un instrumentista nos invita a la
Adoración, nos lleva a reconocer tres cosas: (1) que estamos aquí porque Dios nos
ama, (2) nos hace sentir que Cristo está aquí y ahora, (3) nos da la seguridad que el
Espíritu y la Palabra guían nuestra vida cotidiana.
Cantos congregacionales y participaciones musicales. Los himnos estimulan el anhelo de
alabar. Los cantos han de apoyar el mensaje central del culto tan cierto como que el mensaje central es que Dios nos salva en Cristo. Las participaciones musicales predisponen a los oyentes a una consagración.
Doxologías. Las doxologías expresan una adoración confiada. Por ejemplo, cuando
cantamos: “A Dios el Padre celestial, al Hijo nuestro Redentor y al eternal
Consolador, unidos todos alabad”, es una adoración confiada.
Postludio. El postludio, al final, profundiza nuestra comprensión para hacer la
Voluntad de Dios cada día. Es un tipo de: “Id con corazones alegres y henchidos.”
En resumen, podemos decir que los elementos musicales en la adoración
logran lo siguiente:
El preludio ayuda a experimentar ___________e interpretar el mensaje
a considerar, los cantos congregacionales estimulan el _______________,
Las participaciones musicales guían a la ___________, los cantos apoyan el _____________ del culto,
Las doxologías expresan _______________, el postludio profundiza nuestra comprensión para hacer la _________________ cada día.
Reafirmamos que la música, en todo momento de la adoración atrae porque mueve,
atrae porque conmueve, atrae porque conmociona, atrae porque inspira.
Otros elementos del culto
Ya hemos considerado los elementos musicales del culto. Ahora veremos otros elementos con los cuales están íntimamente entrelazados. En el orden de nuestros cultos reconocemos que Dios nos hizo para servir en cada necesidad que nos permite ver, a fin de pedir por ella.
Oración de invocación. La oración de invocación es también un elemento de adoración. Invocamos la presencia de Dios porque en ello estamos presentando nuestra vida, pero no solamente nuestra vida, sino también nuestra fe en adoración. Implica esta súplica al Señor la actitud de ponernos a su disposición para que él cumpla sus designios para nuestra vida.
Lectura bíblica. La lectura bíblica es presentar en voz alta la Palabra del Señor.
Quien la lee lo ha de hacer con una postura digna. Pero además de postura, con una comunicación que lo que lee penetre en el cerebro y el corazón. Al terminar, se pide que Dios bendiga su Santa Palabra y abunde en ella y a través de ella.
Oración intercesora. En la oración intercesora reconocemos que Dios nos hizo para servir en cada necesidad que nos permite ver, a fin de que intercedamos por ella. Cada necesidad que vemos y cada necesidad por la cual intercedemos es oportunidad para ver que Dios nos ha puesto allí para ser parte de la solución de ese problema. Qué hermoso cuando en la oración intercesora en nuestros cultos, podemos ser instrumentos de nuestro Padre.
Predicación. La predicación en el culto es fruto de oración y meditación en la
Palabra del Señor teniendo en cuenta las necesidades del mundo. El predicador debe preguntarse a sí mismo: “¿Cómo puedo hacer ver la importancia de la revelación de Dios a través de todos los elementos que se entrelazan en el culto?” Personalmente, tengo que orar para lograr esto; tengo que darme cuenta que todo el Antiguo y Nuevo Testamento están entretejidos para formar un conjunto armonioso de melodías y hacer ver que la música no es una, ni siquiera es adorno; es consustancial con la adoración. Todo el culto es la oración cuando Dios nos está escuchando y nosotros le estamos alabando. La predicación misma es parte integral e imprescindible de ese culto, porque en oración la concebimos y en  meditación de la Palabra del Señor la damos para el mundo.
Ordenanzas. Las ordenanzas del bautismo y la Cena del Señor representan una entrega de los redimidos comprometidos como iglesia. Estas ordenanzas son sagradas y han de ser consagradas. Tenemos el bautismo y la Cena del Señor como una entrega participativa, porque en ella nos estamos poniendo en sus manos. En cada hermano que se bautiza la iglesia se ve, la iglesia se goza, la iglesia se pone en pie, la iglesia canta, la iglesia alaba, la iglesia celebra porque hay gozo en los cielos. Es símbolo de muerte y vida, significado de novedad, de regeneración.
Cuando realizamos la Cena del Señor, la iglesia come el pan, la iglesia toma la copa
en una entrega participativa total como iglesia de redimidos comprometidos. Nos
gozamos porque todos hemos sido redimidos y por ello estamos adorando al Señor
por medio de estos símbolos.
Ofrenda. La ofrenda expresa por lo menos tres caracteres de la adoración:
1. El sentido de adoración al Señor. Adoramos cuando ofrendamos.
2. La expresión agradecida de que todo lo que somos y tenemos pertenece al Señor.
3. El compromiso como administradores responsables de los misterios de su evangelio de redención. Demostramos nuestro compromiso cuando ofrendamos.
Son las ofrendas como expresión de adoración en la que nos movemos.
Bendición La bendición es acto de sumisión y reconocimiento ante la excelsa majestad del Señor. En ella hay todo un acto de obediencia y de gratitud. Quienes hayan recibido el “Plan Maestro de Discipulado” podrán recordar que allí se enseñan cuatro tipos de oración personal: (1) alabanza, (2) gratitud, (3) confesión y (4) intercesión. Salmo 67:1, 2
La adoración y la música son decisivas. No puede haber música más sublime que
cuando hay también sentido de adoración al Señor. No puede haber adoración sin
este sentido redentor.

V. VARIEDAD EN EL CANTO CONGREGACIONAL

Puesto que el canto congregacional ocupa un lugar tan destacado en la alabanza y

adoración del pueblo cristiano, es útil tener a mano algunas sugerencias para darle
mayor interés. Las sugerencias para los directores de música y de los cultos deben
tener en común a lo menos siete características.
Características
Claridad: no confundir a los que cantan.
Facilidad: no se necesitan más recursos técnicos y humanos.
Interés: toma en cuenta las necesidades e intereses de todos los participantes.
Actualidad: el canto incluye la música tanto de antes como de ahora, en forma balanceada.
Espiritual: busca la edificación del pueblo de Dios a través de la alabanza y el testimonio.
Oportunidad: no desarticula el orden del culto sino que usa el tiempo asignado como parte integral del mismo.
Corporativo: todos están involucrados activamente en participar.

Sugerencias:
* Haga cantar una estrofa sin acompañamiento instrumental, usualmente una de las estrofas del medio.
* Haga leer una o dos estrofas del medio a toda la congregación.
* Haga cantar una estrofa, especialmente de las del medio, a una sola persona: hombre o mujer, niño o niña.
*  Pida que las voces masculinas canten una estrofa del himno.
*  Dé instrucciones para que las damas canten solas una estrofa.
* Presente una breve introducción acerca de la historia del himno antes del canto.
(Cuide de no predicar un pequeño sermón.)
* Haga que la congregación cante en murmullo una estrofa en himnos tipo“oración” mientras el que dirige u otro seleccionado para tal efecto recita o lee la estrofa.
* Haga cantar los himnos como están escritos.
Consideraciones especiales
* Cualquier variación debe tratarla con las personas que ministran como acompañantes instrumentistas.
* Dé instrucciones en forma precisa.
* No se haga el gracioso. En realidad el verdadero director del culto es el Espíritu
Santo. Por tal razón sea sobrio y trate a la congregación con bondad y respeto.
* Sin desconocer el papel del Espíritu Santo en el servicio de adoración a Dios, evite
las improvisaciones, pero esté atento a la voz de Dios.

VI. IDEAS PARA VARIAR LAS LECTURAS BÍBLICAS EN EL CULTO
Las lecturas bíblicas deben ser compartidas por hombres y por mujeres de la congregación (no sólo leídas por el pastor). Debe haber cierto entrenamiento acerca de la puntuación, pronunciación de nombres bíblicos, etc.; ayuda mucho si las personas saben de antemano qué pasaje leerán.
Tenga una lectura bíblica en forma de oración (Salmo 25:15; Salmo 8; Salmo 51:1, 2;10-13).
Lea de diferentes versiones la misma lectura bíblica. Esto aclarará ciertas palabras y conceptos. Cada persona que lea debe estar en la plataforma y anunciar de qué versión se trata.
Ciertas lecturas se prestan para hacerlas en forma de diálogo, por ejemplo, la historia de Jesús y la mujer samaritana (Juan 4). Se necesitarán tres lectores, uno en el papel de narrador, otro leyendo la parte donde Jesús habla y otra lee donde habla la mujer samaritana. En un mismo culto se puede tener más de una lectura bíblica.
Hay ciertas porciones que es mejor que sólo una persona las lea mientras los demás leen en silencio. Por ejemplo, relatos bíblicos, la mayoría de los Salmos, las Bienaventuranzas, el Padrenuestro, etc. Tenga siempre en cuenta la idea central del pasaje.
Por último, recuerde que hay tres tipos básicos de lecturas bíblicas:
(1) Antifonal: Dos grupos leyendo alternadamente.
(2) Responsorial: Una persona lee un versículo y la congregación el siguiente, así sucesivamente.
(3) Unísono: Todos leen juntos.
En todas estas ideas que han sido comprobadas, hay que tener en cuenta la importancia que tiene la lectura de la Biblia en el culto; recordemos que es la palabra de Dios revelada a través de su Libro Santo. Enseñemos a nuestras congregaciones a escuchar con reverencia y participar inteligentemente en la lectura, especialmente cuando se hace al unísono.

VII. ¿CULTO ALEGRE O CULTO TRISTE?
“¿Fue un culto alegre o triste?” Esta es la pregunta que algunos hacen cuando han faltado al culto. “Es un himno alegre.” “¡Qué himno más triste!” ¿A qué se deben expresiones como éstas? ¿En qué consiste un culto o un himno alegre o triste? Normalmente decimos que un culto es alegre cuando podemos experimentar la presencia del Espíritu de Dios; cuando hay gozo, amor y sentido de comunión con el Señor. Profundicemos un poco más este tema.
Miremos los problemas que encontramos en la adoración cristiana actual. Vivimos en un momento histórico cuando la moda es “sentirlo todo”; el ser humano es impulsado a comprender su mundo por medio de sus sentidos. Es así que usamos el verbo sentir para mucho más de lo que significa; a veces significa por ejemplo: opinar, experimentar, pensar, confirmar, creer. El hombre de hoy percibe las cosas físicas, mentales y emocionales, pero no las espirituales: “Pero el hombre natural no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura, y no las puede comprender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14).
¿Cómo percibe las cosas el cristiano espiritual? “En cambio, el hombre espiritual lo Juzga todo, mientras que él no es juzgado por nadie. Porque, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo (1 Corintios 2:15, 16). A veces escogemos los himnos que vamos a cantar según el criterio “me gusta” o “no me gusta”, porque queremos un culto alegre. Esta es la manera del hombre natural, pero debemos aprender a usar el criterio bíblico como cristianos espirituales. ¿Cuáles son estos criterios? Lo explicaremos enseguida.
¿Qué es adoración?
La adoración es un ________________ con Dios. En este encuentro nuestro conocimiento de él se profundiza, reconciliándonos con Dios por medio de la confesión y el perdón de nuestros pecados. Oímos su voz por medio de su Palabra.  Respondemos a él, dispuestos a realizar su voluntad revelada (Isaías 6:1-8).
No todos expresamos las mismas emociones cuando adoramos: David adoró con cantos, con gozo, pero también con lágrimas. Ana, la madre de Samuel, ni hablar pudo, sólo gemía. Por eso debemos cuidarnos de querer exigir que todos los presentes expresen la misma emoción que sentimos nosotros cuando adoramos.
Recuerdo muy bien cuando siendo estudiante universitario, era yo director de música
de cierta iglesia. Durante un culto, a fin de animar a la gente para que cantara, dije:
“Parece que ustedes hubieran perdido a su mejor amigo; ¡alégrense y canten!” Un pastor jubilado, maduro en la fe, me dijo después: “Joven, ¿recuerdas al hermano.
Fulano? Su esposa murió hace un mes. ¿Y a la hermana Mengana? …” No tuvo que decir más; entendí lo que quería decir.
Cada persona viene a cada culto con necesidades distintas y debemos ser sensibles al Espíritu con relación a cada una. No es que no hemos de cantar o animar con gozo, sino que no debemos tener expectativas falsas de lo que debe pasar. El gozo verdadero es fruto del Espíritu y no el resultado logrado por un director de música que puede manipular las emociones. Oremos para que seamos sensibles a la voz del Espíritu a fin de que seamos usados por él.
Problemas a evitar
Creo que, en parte, el problema es que como seres humanos somos dados a seguir la dirección de las emociones más que la dirección del Espíritu Santo. Quizás hemos visto a grupos gritando y brincando y lo hemos aceptado como la norma de lo que es un culto alegre o vivo. Pero la adoración genuina nos motiva a estudiar la Palabra, orar diariamente, testificar y ministrar a otros. Es posible gritar, brincar y salir del culto con las manos ardientes y el corazón todavía frío. No necesitamos buscar más allá de la Biblia para encontrar nuestro modelo de lo que es la verdadera adoración.
Otro problema es nuestra tendencia a empezar con la experiencia y luego buscar en las Escrituras algo que la justifique. Lo correcto es empezar con las verdades bíblicas que nos llevan a la experiencia. Quizás no parece tan importante, pero esa manera equivocada de pensar es lo que facilitó a muchas sectas como los Mormones, “Testigos de Jehová”, Moonies y muchas otras a desviarse tanto.
No debemos confirmar una experiencia que hayamos tenido por un solo versículo de
la Biblia, sin ver si es una enseñanza que concuerda con las normas de interpretación bíblica. El hecho que la Biblia menciona algo, no necesariamente significa que lo enseña. He escuchado a algunas personas con buenas intenciones hacer comentarios que la Biblia simplemente no enseña; eran solamente sus opiniones. En cuanto a la adoración, volvamos a la Biblia, la Palabra de Dios, como nuestra autoridad máxima. Nuestra opinión no puede reemplazar o tener más autoridad que: “Así dice Jehová”.
Un problema que siempre hemos tenido es el de las doctrinas falsas o ambiguas en la letra de los cantos. En esta época es un problema enorme. No permitimos que cualquier persona predique en nuestras iglesias; pero sí permitimos que cualquiera cante (y casi cualquier canto). Hemos descuidado esta área en muchas iglesias. Muchas veces hemos dejado entrar casi un río de doctrinas raras por medio del canto. ¿A Dios le importa que mantengamos la sana doctrina? Miremos 2Tesalonicenses 2:15: “retened la doctrina que habéis aprendido.” En Hechos 2:42 encontramos: “… perseveraban en la doctrina de los apóstoles”. Efesios 4:14 dice: que no seamos como “niños… llevados por todo viento de doctrina”. Miremos también 1 Timoteo 1:3 y 10; 4:1, 6 y 16; 6:3; 2 Timoteo 4:3 y
Hebreos 6:1 para mencionar solamente algunas citas bíblicas. Cuando examinamos la letra de algunos cantos encontramos grandes fallas doctrinales que como líderes no podemos ignorar puesto que estamos bajo mayor juicio de mantener la sana doctrina (Santiago 3:1).
¿A qué se debe esta infiltración? Mayormente se debe a la ignorancia, ignorancia por no haber revisado lo que dicen los cantos, pero también ignorancia de lo que creemos bíblicamente.