TALLER de ADORACIÓN
Recopilación elaborada por el Rev. Sándor Berta - 2005
TALLER DE ADORACIÓN
I. PRIVILEGIO DE LA ADORACIÓN
¿Qué significa esto,
hermanos? Que cuando os reunís, cada
uno de vosotros tiene un salmo o una enseñanza o una revelación o una lengua o
una interpretación…hágase todo para edificación. (1 Corintios 14:26)
No hay duda que nuestro Dios es Dios de orden. Desde el
principio vemos que Dios creó al mundo ordenadamente en seis días. Observe en
Génesis 1 que Dios hizo las cosas en orden cada día. Notamos que un día trabajó
con los elementos de la tierra, otro día con los del mar y otro día con los del
cielo. Dios nos dio el séptimo día para el descanso y la Adoración:
Por eso Dios bendijo y santificó el séptimo día, porque
en él reposó de toda su obra de creación que Dios había hecho. (Génesis 2:3)
Por eso no nos debe sorprender que Dios prefiere que
realicemos los cultos ordenadamente. Pablo dice en 1 Corintios14: 40 “Pero
hágase todo decentemente y con orden.” En este pasaje Pablo está hablando a la
iglesia en Corinto sobre la importancia de tener orden en el culto. Existían
muchos problemas en la iglesia, y por varios capítulos Pablo les había escrito
con franqueza aconsejándoles cómo resolverlos.
Adorar al Señor es un
gran privilegio que Dios nos da.
Dirigir el culto de adoración
es otro gran privilegio
que viene del Señor.
II. PROPÓSITO DE LA ADORACIÓN
¿Qué significa esto, hermanos? Que cuando os reunís,
cada uno de vosotros tiene un salmo o una enseñanza o una revelación o una
lengua o una interpretación. Todo se haga
para la edificación.1 Corintios 14:26
Porque todos podéis profetizar uno por uno, para que todos aprendan y
todos sean exhortados.1
Corintios 14:31
En estos versículos tenemos tres propósitos en el culto:
(1) la edificación de la
Iglesia, (2) el aprendizaje
de los miembros y (3) la exhortación de
los miembros.
.La edificación de
la iglesia comunica que por medio del culto estamos construyendo
el pueblo de Dios. Estamos extendiendo el reino de Dios
en la tierra. Estamos
Celebrando, alabando y adorando el gran Yo Soy en nuestras vidas.
Aquí Pablo expresa la idea del don espiritual de
enseñanza, pero también va más
profundo. No solamente hay enseñanza, sino que hay
aprendizaje de parte de los
miembros para que puedan servir más eficazmente en el
mundo durante la semana.
Además, en los cultos habrá exhortación que alienta, anima y apoya a los miembros
y los demás asistentes. Estarán alentados, animados y
apoyados durante los tiempos
difíciles. Sabrán que Dios es la respuesta de sus
preguntas, sus necesidades y que él
los ama.
III. PREPARACIÓN Y CONDUCCIÓN DE LA ADORACIÓN
Pudiera
existir la idea, entre varios grupos de cristianos, de que los cultos resultan
mejor si no se planifican de manera de dejarlo todo a la obra y gracia del
Espíritu Santo. Otros van al extremo de hacer el programa en todo detalle y ser
inflexibles ante un cambio necesario, para no salirse de lo planificado. Lo
primero puede dar lugar a la mediocridad y a la flojera restando importancia al
culto como la mejor ofrenda que podemos dar a Dios. Lo segundo puede hacernos
caer en confiar en lo humano y perder de vista la insustituible dirección del
Espíritu Santo. Es un asunto de madurez y equilibrio.
El
centro al cual debemos apuntar, y una verdad que debemos tener muy en claro es
ésta: el director es una persona que dirige la adoración y el programa escrito
es una ayuda para ello. El propósito del conductor de la adoración es el tomar
la mano de la congregación y unirla a la mano de Dios.
1. PREPARACIÓN DEL DIRECTOR
Hay
algo que es importante reconocer; Dios, por medio del Espíritu ha querido poner
dones en la iglesia, capacidades espirituales que al ser usadas dan gloria a
Dios y edifican su reino en la tierra. Todo cristiano posee por lo menos un
don. Uno de ellos es el de presidir o liderizar y consiste en la capacidad de
llevar a un grupo, de una manera legítima y segura, al logro de metas y
objetivos previamente trazados.
Ha
llegado a reconocer que el director o conductor de la adoración, debe poseer el
don de presidir; de tal manera que pueda llevar a la congregación a alcanzar las
metas de la adoración, utilizando los recursos necesarios en espíritu y
verdad. Conviene a cada congregación descubrir entre sus miembros quiénes son
verdaderos directores, y luego capacitarles y enseñarles lo que es conducir la
adoración.
a. El Aspecto Físico: La adoración debe brotar, debe ser
espontánea, y reflejar un corazón que está de acuerdo con Dios, su voluntad. El
cuerpo, y lo que proyecta, debe estar de acuerdo con el espíritu de
consagración a Dios. No se puede menospreciar el aspecto físico de nuestra
personalidad por darle importancia solo a la parte espiritual; pudiera ser que
lo que estamos proyectando es un desequilibrio de la integridad, y el no poder
controlar este aspecto. El conductor de la adoración está en la presencia de
Dios y frente al público, y estos se fijan primeramente en su aspecto físico.
Esto es ineludible.
El
conductor de la adoración debe estar en buenas condiciones físicas y debe
procurar el no dirigir en enfermedad, sobre todo si es contagioso, ni
descuidarse en sus hábitos de salud diarios. Conducir la adoración requiere
inversión físicas para mantener diversos aspectos en forma dinámica como
cantar, animar, mantenerse en pie. Un
cuerpo saludable irradia seguridad en la congregación.
El
conductor de la adoración debe, por respeto a sí mismo y a los demás,
dignificar el santuario de la adoración con un vestido decoroso. Esto habla
mucho de la personalidad del que dirige y puede ser, por el lado negativo, un
obstáculo en la adoración. No quiero decir que debe ser un traje elegante y
costoso, pero tampoco uno inmoral, sucio o roto. El púlpito no debe ser una
pasarela para desfiles de modas, pero tampoco un lugar informal y casual. El
equilibrio tiene que ver con la condición social de la congregación, el clima
de la región y usar lo que honre a Dios y armonice con los presentes
dignificando la adoración. El conductor es imagen de una correcta adoración.
b. El
Aspecto del Alma: Esta área es muy importante porque tiene que ver con la
relación con nosotros mismos. Jesucristo, después de declarar que lo más
importante era amar a Dios, expresó que debíamos amar al prójimo como a
nosotros mismos. El director no es un mero actor que puede esconder lo que es y
siente delante de muchas personas; en la conducción del culto corre el riesgo
de proyectar lo que está en su corazón reflejando su estado de ánimo. Por eso
debe prepararse.
Debe
prepararse intelectualmente; procurar aprender cómo dirigir mejor los himnos,
como mejorar su lectura, enriquecer su vocabulario. Debe tomar en cuenta el
asistir a talleres o seminarios para directores de cultos y absorber todo
aquello que va a desarrollar la capacidad que Dios le ha dado. Esto da
confianza en sí mismo.
El
conductor de la adoración debe manifestar un equilibrio de sus emociones, y no
ser un esclavo de ellas. Una de las grandes afecciones de muchos cristianos
pertenece al orden emocional, y se manifiesta en inseguridad personal y baja
estima. Si el conductor de la adoración se presenta con este aspecto sin
resolver, sin haber claridad para él mismo de su problema, afectará
negativamente la adoración porque contagiará a la congregación. Si se muestra
seguro de si mismo será usado por Dios.
El
conductor de la adoración debe ser decidido, sin ser inoportuno ni manipulador.
Es un asunto de ejercer control sobre la voluntad dirigiéndola siempre a
cumplir la voluntad de Dios, alcanzar los propósitos del culto y el bienestar y
satisfacción de la congregación. Esto debe provenir’ del ejercicio diario de
andar de acuerdo a la Palabra de Dios.
c.
El Aspecto del Espíritu: Esta área tiene que ver con una intensa y
correcta relación con Dios. Aquel que está constantemente en la presencia de
Dios tendrá la autoridad y el poder para enfrentarse con la gente. Esto no
quiere decir que el director debe preparase espiritualmente solo cuando va a
dirigir, aunque sí debe alistarse reforzando ese momento, sino que siempre debe
estar en orden delante de Dios.
Debe
mantener una satisfactoria vida devocional diaria; debe mantener viva la llama
del llamamiento que Dios le ha hecho y para el cual le ha capacitado. Debe
dedica su vida al servicio de Dios y la adoración siendo un fiel cristiano
primeramente.
2. PREPARACIÓN DEL PROGRAMA
Recuerde
que todo momento en el cual se reúne la iglesia es un servicio de adoración. Al
hablar de la necesidad de programar el culto debo mencionar que esto es solo
una referencia o guía que marcará el sentido de la mejor ofrenda para adorar a
Dios. Nunca debe ser una formalidad inflexible.
a. Planifique tomando en cuenta el conocimiento de
la Palabra de Dios, el convencimiento de lo necesario de la adoración, y que
debemos siempre ofrecer lo mejor a Dios, es necesario preparar cuidadosamente
el programa del culto. a partir de esa planificación se garantiza el éxito en
la adoración. para que el programa esté bajo la unción del espíritu debe
planificarse en sometimiento a Dios, su palabra, de manera que sea una ofrenda
preparada y de olor grato al Señor.
La
iglesia debe tener una persona, comisión o ministerio, que vigilan el aspecto
de los programas, en especial cuando se confecciona o elaboran con
anticipación. Recomiendo que si la práctica es que cada director hace su propio
programa, éste sea revisarlo y mejorado. Si no es así, entonces la
planificación debe venir de una misma fuente de personas que decidan sobre lo
adecuado y mejor.
Luego deben darlo al director para su estudio.
Tome en
cuenta el propósito específico del culto; el general es el de adorar a Dios
pero esto no quita lo anterior. En la adoración hay objetivos que definen temas
en el servicio y tienen que ver con el mensaje. Un culto puede tener como tema
la santidad; el predicador hablará sobre la santidad ~ el director tendrá
preparado el programa con lecturas, cantos, etc., que hablen de santidad.
Tome en
cuenta el carácter particular resaltante. Todo servicio debe tener una dosis de
solemnidad, seriedad, flexibilidad, expresiones de gozo, espontaneidad,
respeto, formalidad, etc., pero, de acuerdo al tema, tipo de servicio, hora de
reunión, habrá un carácter que resalte más que el otro. Esto debe ser tomado en
cuenta al planificar.
El tiempo
es de Dios él requiere que seamos buenos administradores del tiempo, aún el de
los cultos. Planificamos para el tiempo convenido; esto es responsabilidad y
seriedad. Que solo sea el Espíritu el que cambie y no el deseo de exhibir
nuestra lógica o nuestras emociones.
b.
Elabore un Bosquejo: Debe ser para la adoración lo que el CRISTIANO de construcción es para el arquitecto. Debe
indicar a dónde vamos y cómo hacer las cosas lo mejor posible en un movimiento
ascendente y progresivo; debe mantener al director en su propósito. Proceda a
anotar todo lo que puede hacerse en el culto sin un orden lógico: cánticos,
lecturas, intervenciones, ideas, etc. Tal vez así sé de cuenta que tiene mucho
de donde escoger y cosas que desechar. Luego, comience a poner todo en orden
lógico de acuerdo al propósito general y especifico del culto: cómo comenzar,
cómo desarrollarlo creativamente, qué y porqué de cada punto, cómo concluir.
Luego disponga de los nombres de cada participante. No deje nada al azar.
c.
Estudie. Familiarícese con el programa como el mapa que nos indica cómo
encontrar el tesoro de la voluntad de Dios. El programa es un medio y no un fin. Así no dará la
impresión de leer un bosquejo sino de espontaneidad y libertad. Cuide la
introducción, el captar la atención, domine los cantos, la lectura. Prepárese
como un predicador o como un maestro
3. LA CONDUCCIÓN DE LA ADORACIÓN
Una persona
no cristiana puede animar un acto público porque pertenece al campo de la
escena y del dominio de masas. Pero la adoración necesita de un adorador que
conduzca a la congregación a transitar el camino de un encuentro con Dios. En
muchas ocasiones el éxito o fracaso de los servicios puede depender de la
dirección. Estudiemos cuatro principios:
a. Dirección: Estar plenamente convencido de que
adorar es encontrarse con Dios; debe irradiar esta convicción. No convierta el
programa en un fin en sí mismo sino en un medio de adoración. Conduzca a la
congregación á adorar a Dios como si usted estuviera alrededor del trono de
Dios y quisiera que todos estuvieran allí.
Evite el
detallar todo, exhortaciones, explicaciones, miniprédicas; algunas cosas
merecen un comentario pero no ahuse. Si no hace falta no lo diga. Esto irrumpe
el sentido de la dirección, desvían la atención y muchas veces molesta. No
debe haber cambios bruscos y molestos presente todo en una línea progresiva,
ascendente, y no mecánica ni superficial.
b. Pertinencia: Debe conocer y comprender el tema
del servicio para que todo llegue a un feliz cumplimiento del objetivo.
Escriba éste en su bosquejo y no lo pierda de vista; no lo digas pero
demuéstrelo. Atraiga la atención sobre el mensaje.
No caiga en
los extremos de la rigidez ni de la inflexibilidad. Lo segundo nos hace caer
en lo superficial y ritual; lo primero nos puede hacer caer en la irreverencia
sin apuntar a un blanco. Se puede ser espontáneo y sincero sin salirse
de lo propuesto. Esto es balance.
c. Dominio: Es el control, la seguridad, la
confianza y la firmeza en la conducción, dejando ver claramente las profundas convicciones de nuestra fe. Esto
nada tiene que ver con manipulación o imposición. Es controlar los diversos
aspectos de la adoración. Debe hacerse en amor para impedir cualquier exceso o
frialdad.
Domínese a
usted mismo. Dios le ha capacitado para el dominio propio; si no es así algo
anda mal. Debe parecer espontáneo, seguro de sí mismo y de lo que está
haciendo.
Domine el
programa. Sea experto en el bosquejo de manera de no leerlo. Es usted quien
debe dominar a los músicos, participantes, congregación, en armonía. Domine
los diversos aspectos del programa.
Domine la
congregación. No es mandarles u obligarles; demuéstreles por dónde deben ir
bajo una contagiosa inspiración.
Anuncie
cada paso en forma clara y entendible. De tiempo a que cada persona. Encuentre,
se disponga, comprenda y participe.
d. Claridad: Usted mismo debe ser ejemplo de
adoración para toda la congregación. Debe demostrar, didácticamente, cómo hacer
las cosas. Evite la actuación mecánica y superficial, y prefiera lo genuino y
sincero; aclare el panorama a la congregación.
Desarrolle
simpatía, no de la impresión de estar lejos de la congregación, sino de estar
al lado de cada uno. Mantenga buenas relaciones interpersonales; si debe
hacerlo, reconcíliese con el que deba hacerlo.
Peligros de los esquemas actuales de
adoración.
Los esquemas actuales de “adoración” adolecen de
algunos fundamentos bíblicos, y para dejar en claro estas desvirtuaciones,
analizaremos estos elementos:
¿Cuál es el
objetivo del culto?
Tener una íntima comunión con Dios y entre los hermanos, para edificarnos en
la Palabra los unos con los otros. Es por ello que se afirma:
“Las reuniones de las clases y los grupos
proporcionan un medio de comunión íntima y ayuda mutua, y un ministerio
sencillo de confesión y reconciliación. El centro del culto cristiano es la
exaltación del Señorío de Jesús, la proclamación de su Palabra y el
arrepentimiento y perfeccionamiento de los discípulos. Sin embargo en el
esquema actual todo esto se ha perdido”
Son necesarios los cánticos, y una participación musical
acorde con el momento bien definida y ordenada, en donde el talento sea tomado
en cuenta. Pero este esquema jamás debe anular la participación de la congregación
en el culto mediante una manipulación artística. Para que los cánticos puedan
llegar al espíritu se debe:
A.- No
ser muy repetitivo en los mismos, a menos que haya un mover del Espíritu.
B.-
Deben ser coherentes con el tema, ambiente, necesidad, situación y grupo.
C.-
Deben de abstenerse de ejercer mucha manipulación.
D.- No
ser muy largos. El cántico no debe cansar, sino preparar el ambiente para la
ministración de la Palabra
No debemos
permitir que
los instrumentos y los equipos de sonido ahoguen la voz del pueblo y la letra
que se canta. La bendición del culto no está en los decibeles de potencia de
los parlantes, ni en los muchos acordes de los instrumentos, batería o bajo,
sino en la integración de todo el pueblo a la acción de cantar.
No hagamos del devocional un espectáculo.
No debemos distraer a la asamblea, sino llevarla a entrar, de forma profunda,
a lo que canta, para adorar. Una verdadera expresión de adoración o alabanza
tiene que brotar de las experiencias que mueven sus sentimientos y no de las
emociones que abusan de los sentimientos. Lo importante del culto no es ser
profesionales, sino sinceros. La espiritualidad no está en las repeticiones
mecánicas, sino en la expresión llena de una carga de amor y arrepentimiento
genuino, envuelto en santidad.
Que
el Señor nos ayude a mantener un equilibrio, para poder guiar al pueblo de Dios
a una verdadera adoración de acuerdo a nuestra cultura, necesidad y
experiencia, sabiendo que el Espíritu opera en “particular como Él quiere” 1
Corintios 12:11
IV. PAPEL DE LAS
DISTINTAS PARTES DEL CULTO DE ADORACIÓN
Elementos musicales del
culto
La música en todo momento atrae. Atrae porque no
solamente mueve y conmueve,
sino también conmociona e inspira.
Preludio. Es el
preludio lo que nos ayuda a experimentar el poder de Dios. En cada
nota de música sacra usada como preludio se está
expresando en lo íntimo el sentir
de la letra de aquel himno:
Del culto el tiempo
llega,
Comienza la oración.
El alma a Dios se
entrega:
¡Silencio y atención!
Si al santo Dios la
mente
Queremos elevar,
Silencio reverente
Habremos de guardar.
Llamado a la adoración. El
llamado a la adoración reconoce que Cristo está aquí y
ahora. Cuando un grupo musical, un coro o un
instrumentista nos invita a la
Adoración, nos lleva a reconocer tres cosas: (1) que
estamos aquí porque Dios nos
ama, (2) nos hace sentir que Cristo está aquí y ahora,
(3) nos da la seguridad que el
Espíritu y la Palabra guían nuestra vida cotidiana.
Cantos congregacionales y participaciones musicales. Los
himnos estimulan el anhelo de
alabar. Los cantos han de apoyar el mensaje central del
culto tan cierto como que el mensaje central es que Dios nos salva en Cristo.
Las participaciones musicales predisponen a los oyentes a una consagración.
Doxologías. Las
doxologías expresan una adoración confiada. Por ejemplo, cuando
cantamos: “A Dios el Padre celestial, al Hijo nuestro
Redentor y al eternal
Consolador, unidos todos alabad”, es una adoración confiada.
Postludio. El postludio,
al final, profundiza nuestra comprensión para hacer la
Voluntad de Dios cada día. Es un tipo de: “Id con
corazones alegres y henchidos.”
En resumen, podemos decir que los elementos musicales en
la adoración
logran lo siguiente:
El preludio ayuda
a experimentar ___________e interpretar el mensaje
a considerar, los cantos
congregacionales estimulan el _______________,
Las participaciones
musicales guían a la ___________, los cantos apoyan el
_____________ del culto,
Las doxologías expresan
_______________, el postludio profundiza
nuestra comprensión para hacer la _________________ cada día.
Reafirmamos que la música, en todo momento de la
adoración atrae porque mueve,
atrae porque conmueve, atrae porque conmociona, atrae
porque inspira.
Otros elementos del
culto
Ya hemos considerado los elementos musicales del culto.
Ahora veremos otros elementos con los cuales están íntimamente entrelazados. En
el orden de nuestros cultos reconocemos que Dios nos hizo para servir en cada
necesidad que nos permite ver, a fin de pedir por ella.
Oración de invocación. La
oración de invocación es también un elemento de adoración. Invocamos la
presencia de Dios porque en ello estamos presentando nuestra vida, pero no
solamente nuestra vida, sino también nuestra fe en adoración. Implica esta
súplica al Señor la actitud de ponernos a su disposición para que él cumpla sus
designios para nuestra vida.
Lectura bíblica. La lectura
bíblica es presentar en voz alta la Palabra del Señor.
Quien la lee lo ha de hacer con una postura digna. Pero además de
postura, con una comunicación que lo que lee penetre en el cerebro y el
corazón. Al terminar, se pide que Dios bendiga su Santa Palabra y abunde en
ella y a través de ella.
Oración intercesora. En la
oración intercesora reconocemos que Dios nos hizo para servir en cada necesidad
que nos permite ver, a fin de que intercedamos por ella. Cada necesidad que
vemos y cada necesidad por la cual intercedemos es oportunidad para ver que
Dios nos ha puesto allí para ser parte de la solución de ese problema. Qué
hermoso cuando en la oración intercesora en nuestros cultos, podemos ser
instrumentos de nuestro Padre.
Predicación. La
predicación en el culto es fruto de oración y meditación en la
Palabra del Señor teniendo en cuenta las necesidades del mundo. El
predicador debe preguntarse a sí mismo: “¿Cómo puedo hacer ver la importancia
de la revelación de Dios a través de todos los elementos que se entrelazan en
el culto?” Personalmente, tengo que orar para lograr esto; tengo que darme
cuenta que todo el Antiguo y Nuevo Testamento están entretejidos para formar un
conjunto armonioso de melodías y hacer ver que la música no es una, ni siquiera
es adorno; es consustancial con la adoración. Todo el culto es la oración
cuando Dios nos está escuchando y nosotros le estamos alabando. La predicación
misma es parte integral e imprescindible de ese culto, porque en oración la
concebimos y en meditación de la
Palabra del Señor la damos para el mundo.
Ordenanzas. Las
ordenanzas del bautismo y la Cena del Señor representan una entrega de los
redimidos comprometidos como iglesia. Estas ordenanzas son sagradas y han de
ser consagradas. Tenemos el bautismo y la Cena del Señor como una entrega
participativa, porque en ella nos estamos poniendo en sus manos. En cada hermano
que se bautiza la iglesia se ve, la iglesia se goza, la iglesia se pone en pie,
la iglesia canta, la iglesia alaba, la iglesia celebra porque hay gozo en los
cielos. Es símbolo de muerte y vida, significado de novedad, de regeneración.
Cuando realizamos la Cena del Señor, la iglesia come el
pan, la iglesia toma la copa
en una entrega participativa total como iglesia de
redimidos comprometidos. Nos
gozamos porque todos hemos sido redimidos y por ello
estamos adorando al Señor
por medio de estos símbolos.
Ofrenda. La ofrenda
expresa por lo menos tres caracteres de la adoración:
1. El sentido de adoración al Señor. Adoramos cuando
ofrendamos.
2. La expresión agradecida de que todo lo que somos y
tenemos pertenece al Señor.
3. El compromiso como administradores responsables de los
misterios de su evangelio de redención. Demostramos nuestro compromiso cuando
ofrendamos.
Son las ofrendas como expresión de adoración en la que
nos movemos.
Bendición La
bendición es acto de sumisión y reconocimiento ante la excelsa majestad del
Señor. En ella hay todo un acto de obediencia y de gratitud. Quienes hayan
recibido el “Plan Maestro de Discipulado” podrán recordar que allí se enseñan
cuatro tipos de oración personal: (1) alabanza, (2) gratitud, (3) confesión y
(4) intercesión. Salmo 67:1, 2
La adoración y la música son decisivas. No puede haber
música más sublime que
cuando hay también sentido de adoración al Señor. No
puede haber adoración sin
este sentido redentor.
V. VARIEDAD EN EL CANTO
CONGREGACIONAL
Puesto que el canto congregacional ocupa un lugar tan destacado en la alabanza y
adoración del pueblo cristiano, es útil tener a mano
algunas sugerencias para darle
mayor interés. Las sugerencias para los directores de
música y de los cultos deben
tener en común a lo menos siete características.
Características
Claridad: no
confundir a los que cantan.
Facilidad: no se
necesitan más recursos técnicos y humanos.
Interés: toma en
cuenta las necesidades e intereses de todos los participantes.
Actualidad: el canto
incluye la música tanto de antes como de ahora, en forma balanceada.
Espiritual: busca la
edificación del pueblo de Dios a través de la alabanza y el testimonio.
Oportunidad: no
desarticula el orden del culto sino que usa el tiempo asignado como parte
integral del mismo.
Corporativo: todos
están involucrados activamente en participar.
Sugerencias:
* Haga cantar una estrofa sin acompañamiento
instrumental, usualmente una de las estrofas del medio.
* Haga leer una o dos estrofas del medio a toda la
congregación.
* Haga cantar una estrofa, especialmente de las del
medio, a una sola persona: hombre o mujer, niño o niña.
* Pida que las
voces masculinas canten una estrofa del himno.
* Dé
instrucciones para que las damas canten solas una estrofa.
* Presente una breve introducción acerca de la historia
del himno antes del canto.
(Cuide de no predicar un pequeño sermón.)
* Haga que la congregación cante en murmullo una estrofa
en himnos tipo“oración” mientras el que dirige u otro seleccionado para tal
efecto recita o lee la estrofa.
* Haga cantar los himnos como están escritos.
Consideraciones
especiales
* Cualquier variación debe tratarla con las personas que
ministran como acompañantes instrumentistas.
* Dé instrucciones en forma precisa.
* No se haga el gracioso. En realidad el verdadero
director del culto es el Espíritu
Santo. Por tal razón sea sobrio y trate a la
congregación con bondad y respeto.
* Sin desconocer el papel del Espíritu Santo en el
servicio de adoración a Dios, evite
las improvisaciones, pero esté atento a la voz de Dios.
VI. IDEAS PARA VARIAR
LAS LECTURAS BÍBLICAS EN EL CULTO
Las lecturas bíblicas
deben ser compartidas por hombres y por mujeres de la congregación (no sólo
leídas por el pastor). Debe haber cierto entrenamiento acerca de la puntuación,
pronunciación de nombres bíblicos, etc.; ayuda mucho si las personas saben de
antemano qué pasaje leerán.
Tenga una lectura bíblica en forma de oración (Salmo
25:15; Salmo 8; Salmo 51:1, 2;10-13).
Lea de diferentes versiones la misma lectura bíblica.
Esto aclarará ciertas palabras y conceptos. Cada persona que lea debe estar en
la plataforma y anunciar de qué versión se trata.
Ciertas lecturas se prestan para hacerlas en forma de
diálogo, por ejemplo, la historia de Jesús y la mujer samaritana (Juan 4). Se necesitarán
tres lectores, uno en el papel de narrador, otro leyendo la parte donde Jesús
habla y otra lee donde habla la mujer samaritana. En un mismo culto se puede
tener más de una lectura bíblica.
Hay ciertas porciones que es mejor que sólo una persona
las lea mientras los demás leen en silencio. Por ejemplo, relatos bíblicos, la
mayoría de los Salmos, las Bienaventuranzas, el Padrenuestro, etc. Tenga
siempre en cuenta la idea central del pasaje.
Por último, recuerde que hay tres tipos básicos de
lecturas bíblicas:
(1) Antifonal: Dos grupos leyendo
alternadamente.
(2) Responsorial: Una persona lee un
versículo y la congregación el siguiente, así sucesivamente.
(3) Unísono: Todos leen juntos.
En todas estas ideas que han sido comprobadas, hay que
tener en cuenta la importancia que tiene la lectura de la Biblia en el culto;
recordemos que es la palabra de Dios revelada a través de su Libro Santo.
Enseñemos a nuestras congregaciones a escuchar con reverencia y participar
inteligentemente en la lectura, especialmente cuando se hace al unísono.
VII. ¿CULTO
ALEGRE O CULTO TRISTE?
“¿Fue un culto alegre o triste?” Esta es la pregunta que
algunos hacen cuando han faltado al culto. “Es un himno alegre.” “¡Qué himno
más triste!” ¿A qué se deben expresiones como éstas? ¿En qué consiste un culto
o un himno alegre o triste? Normalmente decimos que un culto es alegre cuando
podemos experimentar la presencia del Espíritu de Dios; cuando hay gozo, amor y
sentido de comunión con el Señor. Profundicemos un poco más este tema.
Miremos los problemas que encontramos en la adoración
cristiana actual. Vivimos en un momento histórico cuando la moda es “sentirlo
todo”; el ser humano es impulsado a comprender su mundo por medio de sus
sentidos. Es así que usamos el verbo sentir
para mucho más de lo que significa; a veces significa por ejemplo: opinar, experimentar, pensar, confirmar,
creer. El hombre de hoy percibe las cosas físicas, mentales y emocionales,
pero no las espirituales: “Pero el hombre natural no acepta las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque le son locura, y no las puede comprender, porque se
han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14).
¿Cómo percibe las cosas el cristiano espiritual? “En
cambio, el hombre espiritual lo Juzga todo, mientras que él no es juzgado por
nadie. Porque, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Pero
nosotros tenemos la mente de Cristo (1 Corintios 2:15, 16). A veces escogemos
los himnos que vamos a cantar según el criterio “me gusta” o “no me gusta”,
porque queremos un culto alegre. Esta es la manera del hombre natural, pero
debemos aprender a usar el criterio bíblico como cristianos espirituales.
¿Cuáles son estos criterios? Lo explicaremos enseguida.
¿Qué es adoración?
La adoración es un ________________ con Dios. En este
encuentro nuestro conocimiento de él se profundiza, reconciliándonos con Dios
por medio de la confesión y el perdón de nuestros pecados. Oímos su voz por
medio de su Palabra. Respondemos a él,
dispuestos a realizar su voluntad revelada (Isaías 6:1-8).
No todos expresamos las mismas emociones cuando
adoramos: David adoró con cantos, con gozo, pero también con lágrimas. Ana, la
madre de Samuel, ni hablar pudo, sólo gemía. Por eso debemos cuidarnos de
querer exigir que todos los presentes expresen la misma emoción que sentimos
nosotros cuando adoramos.
Recuerdo muy bien cuando siendo estudiante
universitario, era yo director de música
de cierta iglesia. Durante un culto, a fin de animar a
la gente para que cantara, dije:
“Parece que ustedes hubieran perdido a su mejor amigo;
¡alégrense y canten!” Un pastor jubilado, maduro en la fe, me dijo después:
“Joven, ¿recuerdas al hermano.
Fulano? Su esposa murió hace un mes. ¿Y a la hermana
Mengana? …” No tuvo que decir más; entendí lo que quería decir.
Cada persona viene a cada culto con necesidades
distintas y debemos ser sensibles al Espíritu con relación a cada una. No es
que no hemos de cantar o animar con gozo, sino que no debemos tener
expectativas falsas de lo que debe pasar. El gozo verdadero es fruto del
Espíritu y no el resultado logrado por un director de música que puede
manipular las emociones. Oremos para que seamos sensibles a la voz del Espíritu
a fin de que seamos usados por él.
Problemas a evitar
Creo que, en parte, el
problema es que como seres humanos somos dados a seguir la dirección de las
emociones más que la dirección del Espíritu Santo. Quizás hemos visto a grupos
gritando y brincando y lo hemos aceptado como la norma de lo que es un culto
alegre o vivo. Pero la adoración genuina nos motiva a estudiar la Palabra, orar
diariamente, testificar y ministrar a otros. Es posible gritar, brincar y salir
del culto con las manos ardientes y el corazón todavía frío. No necesitamos
buscar más allá de la Biblia para encontrar nuestro modelo de lo que es la
verdadera adoración.
Otro problema es
nuestra tendencia a empezar con la experiencia y luego buscar en las Escrituras
algo que la justifique. Lo correcto es empezar con las verdades bíblicas que
nos llevan a la experiencia. Quizás no parece tan importante, pero esa manera
equivocada de pensar es lo que facilitó a muchas sectas como los Mormones,
“Testigos de Jehová”, Moonies y muchas otras a desviarse tanto.
No debemos confirmar una experiencia que hayamos tenido
por un solo versículo de
la Biblia, sin ver si es una enseñanza que concuerda con
las normas de interpretación bíblica. El hecho que la Biblia menciona algo, no
necesariamente significa que lo enseña. He escuchado a algunas personas con
buenas intenciones hacer comentarios que la Biblia simplemente no enseña; eran
solamente sus opiniones. En cuanto a la adoración, volvamos a la Biblia, la
Palabra de Dios, como nuestra autoridad máxima. Nuestra opinión no puede
reemplazar o tener más autoridad que: “Así dice Jehová”.
Un problema que siempre
hemos tenido es el de las doctrinas falsas o ambiguas en la letra de los
cantos. En esta época es un problema enorme. No permitimos que cualquier
persona predique en nuestras iglesias; pero sí permitimos que cualquiera cante
(y casi cualquier canto). Hemos descuidado esta área en muchas iglesias. Muchas
veces hemos dejado entrar casi un río de doctrinas raras por medio del canto.
¿A Dios le importa que mantengamos la sana doctrina? Miremos 2Tesalonicenses
2:15: “retened la doctrina que habéis aprendido.” En Hechos 2:42 encontramos:
“… perseveraban en la doctrina de los apóstoles”. Efesios 4:14 dice: que no
seamos como “niños… llevados por todo viento de doctrina”. Miremos también 1
Timoteo 1:3 y 10; 4:1, 6 y 16; 6:3; 2 Timoteo 4:3 y
Hebreos 6:1 para mencionar solamente algunas citas
bíblicas. Cuando examinamos la letra de algunos cantos encontramos grandes
fallas doctrinales que como líderes no podemos ignorar puesto que estamos bajo
mayor juicio de mantener la sana doctrina (Santiago 3:1).
¿A qué se
debe esta infiltración? Mayormente se debe a la ignorancia, ignorancia por no
haber revisado lo que dicen los cantos, pero también ignorancia de lo que
creemos bíblicamente.
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